“Garcilaso mismo da fe de la vertiginosa adaptación al medio napolitano en su oda neolatina dedicada al humanista cosentino Antonio Tilesio, una de cuyas copias se encuentra entre los papeles de Seripando: se trata de una oda que ha desorientado a la crítica precisamente por esa razón a la hora de atribuirle una fecha, porque Garcilaso alude, como si se tratara de hechos recentísimos, a su confinación en la isla del Danubio, su abandono de la patria, de la esposa y de los hijos; sin embargo, en la tercera estrofa (y son estrofas alcaicas, de solo cuatro versos), es decir, en el verso noveno, Garcilaso se siente de nuevo consolado y feliz. De hecho, ya en la segunda estrofa, Tilesio había conseguido quitarle las penas1. Fue Tilesio, nos cuenta Garcilaso, quien le presentó a alguien venerado por él como un padre (y Mele supone, creo que con acierto, que es Gerónimo Seripando), la misma mano que le condujo al grupo de humanistas y poetas en el que se siente como pez en el agua. Fue en la ciudad partenopea donde recuperó la inspiración. Y el adverbio temporal iam, reiterado anafóricamente, denuncia la rapidez de esa transformación de su ánimo.
Uxore, natis, fratribus et solo
exsul relictis, frigida per loca
Musarum alumnus barbarorum
ferre superbiam et insolentes
mores coactus, iam didici invia et
per saxa, voces ingeminantia
fletusque, sub rauco querelas
murmure Danubii levare.
O nate tristem sollicitudine
lenire mentem et rebus atrociter
urgentibus fulcire amici
pectora docte manu, Thylesi!
Iam iam sonantem Delius admovet
dexter tacentem barbiton antea;
cantare Sebethi suädent
ad vaga flumina cursitantes
Nymphae; iam amatis moenibus inclitae
non urbis, amnis quam Tagus aureo
nodare enxu gesti, ultra
me lacerat modum amor furentem.
Sirenum amoena iam patria iuvat
cultoque pulchra Parthenope solo
iuxtaque manes consedere
vel potius cineres Maronis. 2
Por otro lado, en la misma oda también se mencionan como a grandes amigos a Mario Galeota y Placido de Sangro 3. Se ha aducido que Garcilaso no podía haber consolidado tantas amistades en tan poquísimo tiempo y que por tanto la oda debe ser de hacia 1534, que es la fecha en que se suele suponer que Antonio Tilesio murió. Por el contrario, la oda parece más bien testimonio de esa integración instantánea a que antes aludíamos; una suerte de adaptación facilísima que sólo se daría si Garcilaso ya era un poeta plenamente formado en las últimas tendencias de la poesía italiana cuando apareció en Nápoles a la altura de 1532. Además, Tilesio murió en 1533, según figura en la Vita de Francisco Daniele de 1762, biografía que a su vez se refiere a la epístola de Pandosius dirigida a Pedro Antonio Sanseverino, donde se daba la noticia del óbito, en un texto que vio la luz en Roma en 1534 (fecha ésta motivo más que probable de la confusión general con el año de la muerte del humanista cosentino)4. O sea que Garcilaso hubo de escribir la Oda a Tilesio, todo lo más, tan sólo un año después de su llegada a Nápoles. Se refuerza así, desde éste otro ángulo, que Garcilaso se consoló rápido de su nostalgia por la patria y que en cuestión de pocos meses había hallado un grupo de humanistas y poetas que le trataban como a un amigo entrañable y compartían con él todas su inquietudes intelectuales y artísticas.
¿Qué otros datos relacionables con la estancia e intereses literarios de Garcilaso en Nápoles podemos entresacar de la Oda a Tilesio? Para empezar, la oda está dedicada a él no sólo por gratitud, sino también por otras posibles causas más concretamente literarias, como la común admiración por Horacio –inclinación por el venusino, dicho sea de paso, compartida por Gerónimo Seripando y Plácido Sangro (vid. supra n. XX)–, a cuya defensa y alabanza dedicó Tilesio un opúsculo en donde concibe su obra como culminación de la lírica clásica. Es este interés un punto en común con Garcilaso nada desdeñable, teniendo en cuenta que el toledano vuelve los ojos a Horacio –una vez más– en la articulación formal de la oda que dedica a su amigo; Horacio era con toda probabilidad el poeta clásico al que Tilesio tenía, en efecto, en la más alta estima, pues en su apología llegaba a equipararlo a Virgilio. A su vez, la anotación de Tilesio aparece recogida junto a la de otros comentaristas y escoliastas (Acrón, Profirio, Parrasio, Poliziano, Sabellico, Crinito, Ricchieri, Manunzio, Pio, etc.) en una edición ascensiana de la opera omnia del venusino5.
Garcilaso alude de forma bastante explícita en sus versos al Imber aureus (lluvia de oro) de Tilesio, tragedia sobre el mito de Danae, que se considera uno de los mejores dramas mitológicos de su tiempo, publicado en 1529, en Venecia: una tragedia de fuerte impronta lírica, en la que el elemento mitológico se introduce sin pedantería y con admirable naturalidad6. Este dato nos recuerda, por otro lado, que Antonio Tilesio fue gran amigo de Coriolano Martirano, autor a su vez de tragedias neolatinas, quien le dirigió varias epístolas; puede que fuera éste, hermano de Bernardino Martirano, tan apegado al emperador (discípulo de Parrasio, oriundo como su hermano Coriolano y el propio Tilesio de Cosenza), el punto de contacto entre Garcilaso y el círculo de Seripando.
La oda podría iluminar, además, el lugar de reunión de la tertulia (o tertulias) postpontaniana, frecuentada por Garcilaso, y continuadora de la extinta academia de Villa Mergellina. Se ha discutido acerca de la posible fecha del nacimiento de Capece; sobre si había nacido hacia 1508, por el contenido de la elegía IV que el jurisconsulto escribió en 1538, donde parecía afirmar que tenía 31 años; pero es una interpretación poco plausible7. Lo que está claro es que Capece se casó en 1526, con lo cual lo más probable es que hubiera nacido a fines del XV, y que debía tener, por tanto, más o menos, la edad del propio Garcilaso: es poco probable, así, que Garcilaso lo adorara como a un padre, como se afirma en la Oda a Tilesio de esa autoridad venerada, de la que no se facilita el nombre, y que aglutina a los humanistas y poetas del entorno de Tilesio y el mismo Garcilaso («sese parentis quem veneror loco»)8. Las preocupaciones teológicas de esa autoridad aludidas en la oda a Tilesio podrían también ser las de Seripando y, en cualquier caso, lo que parece claro es que Garcilaso se refiere a la mansión honorable (honesta domus) del mismo personaje que tiene a todos absortos con sus especulaciones. Parece más probable que siga refiriéndose a Gerónimo y el círculo de poetas que quedan recogidos en los manuscritos de los hermanos Seripando; el mismo círculo que había a su entorno en casa de Seripando. Así lo contaba Giano Anisio en una de sus sátiras publicadas en 1532, en la que se explayaba describiendo lo acogedoras que eran las veladas en la morada de Gerónimo, con Decio, Borellus, Sebatus Etruscus, Carafa9. Pero más plausible es que el lugar de reunión fuera alguna estancia o los jardines del mismo San Giovanni a Carbonara, convento agustino a las puertas de Nápoles, dirigido por Gerónimo durante catorce años (1523-1538) como vicario general, en donde, además, se custodiaba su biblioteca, que había pasado a engrosarse con la parrasiana: todos esos impresos y códices anotados del gran humanista de Cosenza que los hermanos Seripando (sucesivamente: primero, Antonio, y tras el óbito de éste en 1531, Gerónimo) heredaron a la muerte del gran polígrafo10. Una tertulia poética a la que se acercaba Capece, saliendo del foro, como atestigua años antes Girolamo Carbone (m.1528) en unos versos dedicados a Nipho, donde el magistrado aparece en compañía de otros humanistas postpontanianos, como Anisio, Seripando, Parrasio, unidos todos por la amistad («O fidum sanctae pectus amicitiae!»), además de Summontius, Apranius y Sangrius11. Pero se da un detalle curioso; también Carbone menciona la extraordinaria capacidad oratoria de Seripandus, cuyo efecto compara a temibles truenos; ¿quién no teme –pregunta- cuando él truena y los cielos se afligen por el dolor de la voluntad divina? Sin embargo, lleno de piedad, y venerado en vida, cultiva estos lares con sagrada religión.
Quos inter nostras demulcet ANISIUS aures,
Pindaricos uaria canit arte modos.
Inuisit cultus SERIPANDUS sedulus hortos,
Ingenii repetens tot monimenta sui,
Doctaque PARRHASI scripta et memoranda per aeuum,
O fidum sanctae pectus amicitiae!
Quem non alterius SIRIPANDI fulmina terrent,
Cum tonat et caeli numina laesa dolent?
Ille tamen, pietate grauis, uitaque uerendus,
Excolit hos sancta relligione lares. 12
«Reverenciado en vida» («uitaque uerendus»), recuerda de cerca las palabras de Garcilaso al referirse a quien veneraba como a un padre, “sese parentis quem veneror loco”:
Te, mi Thylesi, te comité obtulit
sese parentis quem veneror loco,
cui dulce nostri amoris
non animum pigeat patere;
Y no podemos olvidar aquí, por supuesto, que la última carta de Garcilaso, dirigida a Seripando, donde vuelca sin miedo sus aprensiones, es testimonio diáfano de que es a él a quien abre su corazón; ese ser “a quien no le avergüenza abrir su alma como dulce prenda de su amor” (en traducción de Juan Alcina). La faceta afectiva es muy importante en Garcilaso, y en este sentido, los testimonios aducidos parecen corroborar que Seripando le gana el pulso a Capece13.
Lo interesante de la oda de Garcilaso es que en ella es el mismo poeta quien nos explica que el círculo que lo acogió es precisamente el de Seripando. Y donde debió ensayarse en la poesía neolatina, aunque no es probable que acometiera el tema sacro, que parece interesó a buena parte de los miembros de la tertulia de San Giovanni, sobre todo a Capece14, en buena medida a Sannazaro, y también a Coriolano Martirano”
Se da noticia de la tertulia literaria que se dio en San Giovanni Carbonara, en el entorno de Girolamo Seripando: texto extratado de Eugenia Fosalba, “Sobre la relación de Garcilaso con Antonio Tilesio y el círculo de los hermanos Seripando”, Cuadernos de filología italiana, 19 (2012), 131-144.
1. Mele ofrece una breve biografía del humanista de Cosenza que resumo aquí: tío del filósofo Bernardino, nacido en 1482 y muerto en 1534 (habría que corregir por 1533, muy probablemente, como veremo en breve), fue profesor de latinidad y de retórica en Milán, donde conoció a Bandello, hacia 1517; en Roma, interpretó a Horacio; más tarde, en Venecia, fue lector y el 4 de mayo de 1529, obtuvo del Senado permiso para imprimir su tragedia Imber aureus. Acreditó su fama educando a su sobrino Bernardino, de quien solo se separó después del saqueo de Roma, volviendo él a Cosenza y enviando el sobrino a la universidad de Padua. Desde Cosenza pasó a Nápoles, donde se encontraba en 1531 y donde trabó amistad con Scipione Capece y con el cardenal Pompeo Colonna (que murió el 28 de junio de 1532), de quien se prometía grandes cosas. Muerto Colonna y perdidas sus esperanzas, retornó a su ciudad natal, Cosenza, en la Calabria, donde murió (1923: 138).
2. Cito por la edición de Juan Alcina y María Ángeles Villalonga en la edición de la obra de Garcilaso a cargo de Morros (1995: 251-254). La traducción de Juan Alcina reza así: «Tras abandonar exiliado a mi esposa, mis hijos, hermanos y tierras, por frías regiones, alumno de las Musas, aprendí a soportar forzado la soberbia y las fieras costumbres de los bárbaros, y por peñascos intransitables que repetían mis voces y gemidos, a la orilla del ronco murmullo del Danubio, aprendí a sobrellevar mis penas. ¡Oh docto Tilesio! Nacido para apaciguar el pensamiento entristecido por las cuitas y reconfortar con tu mano el pecho del amigo en los momentos terriblemente urgentes. Ya el diestro Apolo acerca la sonora lira a quien antes callaba; las ninfas del Sebeto que corretean por los sinuosos ríos incitan al canto. Ya no me oprime desmedidamente el amor ardiente por los amados muros de la ínclita ciudad que el río Tajo gusta anudar con su dorado abrazo. Ya me agrada la vida en la amena patria de las sirenas y la hermosa Parténope con sus campos cultivados, y asentarme junto a los manes o mejor las cenizas de Marón».
3. Mele se complacía en referir un pasaje de una carta de Seripando a Plácido de Sangro –pasaje que ya había dado a conocer Fiorentino- que ponía de manifiesto que la amistad que se estrechó entre él y el poeta español derivaba de la común inclinación en ambos hacia los poetas latinos. Acerca del modo de traducir escribía el prelado agustino: «No quiero decir más, recordando haber escrito también, hace años, cuando practicaba este estudio, a aquel honorabilísimo y virtuosísimo caballero Garcilaso de la Vega, nuestro común amigo, requerido por él (que, como sabéis era estudiosísimo de Horacio, y lo imitaba en sus escritos felizmente), como yo entendía este pasaje» (1923: 135).
4. “Ac mors ex transverso incurrens in tumulum urget: circa annum namque 1533 [Joh. Antonius Pandosius (De coena Domini, Romae, 1534, fol) in epistola dedicatoria ad Petrum Antonium Sanseverinum, data Kal. Juniis eiusdem ani 1534…] in patria decessit…” (1762: vii).
5. El encomio Antonii Thylesii Consentini in Odas Horatii Fracci auspicia ad ivventutem romanam, se puede leer en opúsulo aparte, sin fecha ni impresor. Puede consultarse la edición de Q. Horatii Flacii… Omnia poemata, de Venecia, apud J. Gryphium, 1584.
6. También tiene un acento personal el poema acerca de la figura polifémica, en donde se humaniza al monstruoso jayán, y se compadece su ceguera, que ya no le permitirá ver más a Galatea. Hay edición bastante reciente de Jan-Wilhelm Beck con introducción y traducción al alemán (2000).
7. Antonio Altamura se corrigió a sí mismo (1941: 156), al reconocer que Scipione Capece debió nacer a finales del XV si se casó en 1526, como atestigua, precisamente, el Epithalamium in nuptias Scipionis Capycii et Juniae (sic) Caracciolae, Neapoli, apud Evangelistam Papiensem, 1526) (1959: 299-300).
8. En cambio, Gerónimo Seripando nació en 1493.
9. Ad Hieronyum Seripandum: «Quum me tu officiose Hieronyme adisti, ego summo / Mane domo externam accitus conviva, pedesque / Martini monte superavi, qui imminet urbi / plurimus et molem et subiectas despicit arces / Quae quondam Ponti spoliis fulsere rebellis. / Ianutius Zandeus festiuissimus inter/ Mortales, Decius, Carafa, Sebastus Ethruscus, / Et Borellus, sunt me umbrae tum forte secuti. / Sectatur Sargus vel per maria omnia mullum / Vix erecta in collem acies, pulmonis anheli / nec dum etiam pressi folles, animaque residunt…» Satyrae (1532: 28v.-29v.).
10. Acerca del más que posible acceso de Garcilaso a la biblioteca parrasiana, véase Fosalba (2011).
11. También se menciona a los dedicatarios de dos églogas latinas que se encuentran entre los papeles de los Seripando y que reseñaremos sucintamente un poco más adelante; ellos son, el conde de Travanillo (Cavanilus) y Acquaviva (Dux Aquauiue).
12. Este pasaje de los versos dedicados a Nipho pueden leerse en la edición de De Montera (1935: 52-53). De Montera entiende que aquí se alude a Antonio Seripando, que durante muchos años fue secretario del Cardenal Ludovico de Aragón. Pero en principio, las dotes oratorias eran a todas luces las de su hermano Gerónimo.
13. De todas formas, esta última afirmación esta sujeta a revisión.