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Seripando, Gerolamo

Biografía

Fray Jerónimo Seripando (Troia, 1493 – Trento, 1563) fue prior de la Orden de San Agustín y arzobispo de Salerno. Alternó su actividad como predicador con los estudios de filosofía y teología y fue “professore di sacre lettere e di teologia a Napoli e a Bologna” (Altamura, 1941: 160). Conoció de cerca el círculo religioso de Juan de Valdés, aunque no llegó nunca a suscribir abiertamente las tesis heterodoxas. Es conocida su participación en el Concilio de Trento por sus ideas conciliadoras. Entabló un gran amistad con Garcilaso, la cual puede testimoniarse gracias a la célebre carta que el toledano le escribió desde Savligiano el 17 de julio de 1536, y por las dos odas latinas de Garcilaso halladas entre los papeles de Seripando.

Más información en: http://www.treccani.it/enciclopedia/gerolamo-seripando; https://www.wikidata.org/wiki/Q1527068.

 

 

“G. Seripando. — Ma, mentre Luca Prassicio e Simone Porzio inclinavano al più severo aristotelismo, autorevole discepoli di frate Egidio si mostrava Gerolamo Seripando, anch’egli agostiniano, professore di sacre lettere e di teologia a Napoli e a Bologna, predicatore di faa, legato presso Carlo V, ministro generale dell’ordine (1538), vescovo di Aquila (1551), arcivescovo di Salerno (1554) e cardinale (1561) durante il pontificato di Pio IV, dal quale fu inviato come legato della S. Sede al concilio di Trento. Ed è in questo ultimo incarico che si nota il trapasso del Seripando dal platonismo a un più rigoroso sistema teologico, nel quale dominano elementi agostiniani e tomistici, e sul quale nasce il dibattito famoso della giustificazione, contro il movimento evangelico in Italia. A tutti i problemi più scottanti del concilio prende parte il Seripando: la Sacra Scrittura, la tradizione, la Volgata, la predicazione, il peccato originale e la giustificazione, e la residenza dei vescovi e i sacramenti, dovunque apportando il suo pensiero lucidissimo di teologo, che ha superato tutti i residui dell’umanesimo.”

En: Altamura, Antonio. L’umanesimo nel mezzogiorno d’Italia. Firenze: Bibliopolis, Libreria Antiquaria Editrice, 1941, pp. 127 – 128.

 

 

“Girolamo Seripando (1493 – 1563) nacque a Napoli, dove vestì l’abito agostiniano. Profondo conoscitore delle lingue classiche, oltre che della ebraica e caldea, efficace oratore, fue prima segretario del cardinale Egidio da Viterbo e fu poi eletto Ministro generale del suo Ordine e nominato vescovo dell’Aquila. Ma rinunziò alle due cariche e si ritirò nel convento di S. Maria della Consolazione sopra Posillipo, dedicandosi agli studi. Fu molto stimato come uomo, come sacerdote e come letterato nel circolo degli umanisti, e particolarmente dal Carbone, da Giano Anisio, da Bernardino Rota, da Scipione Capece e dal Minturno, che nel De poeta (Venezia, 1599), a pag. 18 così di lui scrisse: “Si quid de rebus divinis, quod sit exponendum inciderit, consulant Siripandum familiarem nostrum, ut in eiusmodi doctrina, et Augustino illo sanctissimo scientissimoque antistite, et nomen principium ducunt”. Tra i nobili fu legato di stretta amicizia con Ferrante Sanseverino e con Maria d’Aragona, Marches del Vasto. Su di lui: Hubert Jedin, G. Seripando, Wurzburg, 1937.”

En: Della Roca, Alfonso, L’umanesimo napoletano del primo Cinquecento e il poeta Giovani Filocalo. Napoli: Liguori Editore, 1988, p. 20.

 

 

Se ofrece a continuación un breve resumen sobre la vida y obra de Girolamo Seripando hasta el contacto del autor con los escritores de la Academia Pontaniana. El libro que se ha tomado como referencia es la edición italiana de la obra de Hubert Jedin: Girolamo Seripando. La sua vita e il suo pensiero nel fermento spirituale del XVI secolo (Volume primo), editado por Morcelliana (Brescia) en 2016. Antes de la edición en italiano, Hubert Jedin publicó en 1937 la obra en alemán, en la editorial Rita-Verlag, con el título Girolamo Seripando: sein Leben und Denken im Geisteskampf des 16. Jahrhunderts.

Aunque no hay acuerdo del lugar y la fecha de nacimiento de Girolamo Seripando, se sabe con certeza que su instructor fue su tío Francesco Seripando, hermano de su padre Ferrante Seripando. Por parte de su madre Isabella Galeota, Girolamo fue pariente tanto de Prospero como de Mario Galeota. La familia Seripando pertenecía a la “noblesse de robe” (Jedin, 2016: 48) napolitana, de modo que estuvo muy vinculada a la corona y a sus intereses intelectuales. La educación de Girolamo Seripando fue excepcional. Aparte de su tío Francesco, las lecciones de Jacobus Caetanus y Giovanni de Utrecht influyeron en la formación del joven, hasta que ingresó en el convento agustiniano de San Giovanni de Carbonara. Seripando continuó sus estudios artísticos con Paolo de Genazzano, sobre todo en dialéctica y lengua griega. En 1515, fue nombrado fraile Cipirano de Nápoles y, por lo tanto, sucesor de la cancillería de Ordine, aunque no tomó posesión de su nuevo cargo. Durante seis años, Seripando fue profesor en el convento de San Giacomo en Bologna, un momento de su vida en el que “acquisì le conoscenze scientifiche e diventò pratico della vita dell’Ordine” (Jedin, 2016: 54). En aquel tiempo, la universidad de Bolonia era famosa por la calidad de sus estudios, de modo que muchos jóvenes de todas las nacionalidades la elegían como lugar de formación. La instrucción teológica, sin embargo, siguió siendo impartida por los Ordini, sobre todo por parte de Alessandro de Bolonia (maestro de Seripando). Además, el poeta tuvo la posibilidad de asistir a las lecciones filosóficas de Pomponazzi, y asimismo entabló amistad con Edigio de Viterbo.

En 1523, Seripando se trasladó a Nápoles. El joven fue nombrado vicario general del Capitolo della Congregazione en 1524. Un año más tarde, sin embargo, cayó gravemente enfermo; al final, acabó sanando, según cuenta Gravina en De Hieronymo a morbo servato, gracias a “la preghiera pubblica dei Napoletani” (Jedin, 2016: 61). En noviembre de 1526, Seripando debió irse de Nápoles a causa de la peste, y no regresó hasta agosto del año siguiente. En 1529, el ejército imperial llegó a la ciudad, pero Seripando consiguió huir a Sorrento antes del primer asedio, en un exilio voluntario. En septiembre del mismo año, volvió a Nápoles con su hermano Antonio, aunque poco después volvió a enfermar, así que se trasladó a Salerno con el príncipe de San Severino, quizá a petición de Isabella Villamarino de Cardona, quien conocía la fama religiosa y erudita de Seripando. Aunque los datos sobre la vida exterior durante el período de paz del Reino de Nápoles de los virreyes (Pompeo Colonna y Pedro de Toledo) son escasos, se sabe con certeza que, en 1531, el prior general nombró vicario general a Seripando. Otro episodio que se conoce es la llegada del joven alemán Johann Albrecht Widmannstetter a Nápoles entre 1530 y 1531, quien veía a Seripando como un gran modelo a seguir (influido también por Egidio de Viterbo). Las relaciones con Carafa y Caietano fueron determinantes en la orientación religiosa de Seripando, pero también la figura de Alessandro Farnese, elegido Papa en 1534, quien le invitó a su castillo en Magliana y le concedió audiencia hasta en dos ocasiones. En este sentido, la estima del Papa hacia Seripando fue notable. Además, a lo largo de su estancia en Nápoles, el emperador Carlos V reconoció y galardonó su figura. Entre 1535 y 1538, Seripando abandonó Nápoles en pocas ocasiones, pero es importante destacar su estancia en Verona en 1538, pues, en plena reforma, esta estancia favoreció la formación espiritual que había decidido emprender. De su larga estancia en Nápoles entre 1523 y 1538, se conservan 109 Quaestiones y De summo bono de Girolamo Seripando, ambas con un fuerte carácter neoplatónico, por lon que queda clara la fuerte influencia que el platonismo tuvo en el carácter filosófico y teológico del autor. Es más: Seripando adaptó la teoría de las ideas platónicas al ámbito religioso; por ejemplo: el conocimiento no parte de los sentidos, sino del mismo Dios (Jedin, 2016: 71); el cristianismo sería el resultado de todas las filosofías antiguas (Jedin, 2016: 75), o la refutación de la teoría aristotélica de la eternidad reinterpretándola de acuerdo con la teoría de San Tomás (Jedin, 2016: 85). No hay que obviar que, cuando Seripando estudiaba, la filosofía italiana predominante era el aristotelismo, pero a su vez, la escuela platónica estaba orientada a la filosofía de la religión, aunque no era predominante. De igual forma, el conocimiento que Seripando tenía de la literatura clásica aparece en forma de ejemplos e imágenes en sus obras teológicas, de modo que no renuncia a su instrucción artística y literaria. Ambos aspectos se pueden ver reflejados tanto en 109 Quaestiones como en De summo bono. Resulta destacable que Egidio de Viterbo (aparte de su gran amigo Nicola Scutelli de Trento) fue una figura crucial en la juventud y la formación de Seripando, en tanto que le acercó al neoplatonismo que se desarrollaba en Italia y le introdujo en el círculo literario de Agostino Nifo. Antes de llegar a Nápoles, Seripando mantuvo una estrecha relación con miembros de la Academia Pontaniana y, cuando llegó a la ciudad, transcribió De partu Virginis de Sannazaro, obra con la que Seripando se comprometió, sobre todo en el ámbito académico, procurando que se enseñase en las escuelas y, más tarde, en el ambiente de la Academia. Es más, por un lado, junto a Fascitelli, el autor realizó una edición completa de los textos latinos de Sannazaro en 1535 y, por otro lado, Seripando se ocupó de una nueva edición de los poemas de Catulo. En el legado de Seripando hay, además, un ramillete de poemas en griego y en latín (“scritti dagli Accademici” (Jedin, 2016: 115), el ms. XIII AA 63 que aquí se reproduce1 con su descripción2), y un número de cartas considerable dirigidas a diferentes personalidades y por comentarios a las obras de varios autores de renombre. Por otro lado, Seripando fue un gran defensor de Cicerón en la polémicas de sus días, de quien editó el epistolario: de ahí que su prosa latina fuera más que excelente. Sin embargo, el autor vio “nel volgare lo strumento adatto per esprimere le proprie idee” (Jedin, 2016: 120), sin perder jamás de vista la prosa ciceroniana. Es más, cuando Camillo Porzio redacta la Congiura dei Baroni en latín, Seripando le aconseja llevar a cabo una edición en italiano teniendo muy presentes los ideales humanistas. De hecho, el autor siempre se preocupó por la forma de sus obras, de acuerdo con la tradición literaria del momento: “lettere in latino, ricche di frase retoriche” (Jedin, 2016: 121).

Girolamo Seripando tuvo un papel providencial en la vida napolitana de Garcilaso, a quien ayudó a integrarse en la vida intelectual del Regno. Garcilaso le dirigió, pocos meses antes de morir, la única carta que se conserva de su puño y letra. Girolamo, por su parte, medió entre Fascitelli y Bembo, por conseguir una carta del gran maestro veneciano que aprobara las odas latinas de nuestrro poeta, paso indispensable para se sintiera autorizado a escribir la parte neoclásica de su obra (véanse la publicación de Fosalba: “La carta de Bembo a Garcilaso”, Ínsula: revista de letras y ciencias humanas, n. 862, 2018, pp. 9 – 133).

 

Obras atribuidas a Girolamo Seripando:

109 Quaestiones (1530)

De summo bono (entre 1523 y 1538)

Novae costitutiones ordinis S. Agustini (1549)

Oratio in funere Caroli V imperatoris (1559)

Prediche sopra il símbolo degli Apostoli, etc. (1567)

Comentarius in D. Pauli epist. ad Galatas (1567)

Commentaria in D. Pauli epístolas ad Romanos et ad Galatas (1601)

De arte orandi (1670)

 


1. Véase: https://www.academia.edu/37631701/La_carta_de_Bembo_a_Garcilaso .
2. Véase: https://www.academia.edu/37631701/La_carta_de_Bembo_a_Garcilaso.
3. Véase: https://www.academia.edu/37631701/La_carta_de_Bembo_a_Garcilaso.