Mostrar menú

Minturno, Antonio Sebastiani

Biografía

Traetto, 1500 – Crotona, c. 1574. Poeta, erudito, crítico literario y obispo italiano. La obra más conocida e influyente de Minturno es sin duda alguna su Arte poetica, que trata sobre los preceptos de las diferentes formas poéticas de su época, partiendo del tradición aristotélica y horaciana. Su tratado, terminado en 1563 y publicado en 1564, está considerado el primero en lengua vulgar y se construye a partir de cuatro diálogos que el autor sostiene con sus amigos, también literatos: Vespasiano Gonzaga, Ferrante Carafa, Angelo di Costanzo y Berardino Rota. A parte de Arte poetica, no hay que olvidar su De Poeta (obra que circulaba manuscrita ya en 1541), sobre la figura del poeta y los conocimientos que este debía adquirir en cuanto a construcción poética. Murió en Crotone en enero de 1574.

Más información en: http://www.treccani.it/enciclopedia/antonio-sebastiani-minturno_(Dizionario-Biografico)https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Sebastiani_Minturnohttps://www.wikidata.org/wiki/Q605110.

 

 

“Antonio Sebastiani, detto il Minturno, dal paese di origine. Fu uno dei pochi accademici che, oltre il greco e il latino, usò con disinvoltura il volgare. Nelle Lettere (Venezia, 1549) come nel De poeta (Venezia, 1559) ci ha lasciato preziose infomrazioni sulla vita letteraria napoletana del suo tempo. Indagò a fondo il problema della poetica nei testi di Aristotele, di Orazio e di altri, esponendo i risultati dei suoi studi con note di personale elaborazione nel De poeta, in latino, e nell’Arte poetica, in volgare. L’appartenenza al clero non gli impedò di esprimersi in piena libertà contro l’ignoranza e la corruzione degli ecclesiastici e di manifestare la sua insofferenza verso i teologi scolastici. Vescovo di Ugento, dove morì nel 1574, partecipò al Concilio di Trento. Il suo rammarico per le condizioni dell’Italia è espresso in questo brano di una sua lettera da Messina del 10 maggio 1529: «Giace, — oh lasso, ché senza sospiri né senza lacrime dir lo posso — la popolosa già e or vota d’abitatori Milano. Giace la Reina delle città per adietro alma ed or sì misera. Giace la bella un tempo Napoli ed oir sì brutta e sì deforme. Che sia della vostra Toscana sassel proprio essa, benché sia la men guasta regione del ben paese che ‘Appennin parte e ‘l mar circonda e l’Alpe». Su di lui: C. Minieri Riccio, Biografie degli accademici pontaniani, nell’appendice dell’Italia reale, c.; R. Calderini, A Sebastiani Minturno, Vita e opere, Aversa, 1921; B. Croce, Poeti e scrittori, c., col. II, pp. 85 – 102; Toffanin, Il Cinquecento, Vallardi, 1945, p. 479; E. Bonora, Il Cinquecento, Garzanti, 1966, p. 582.”

En: Della Roca, Alfonso, L’umanesimo napoletano del primo Cinquecento e il poeta Giovani Filocalo. Napoli: Liguori Editore, 1988, p. 24.

 

 

“Antonio Sebastiano Minturno, amigo de Garcilaso, Tansillo y Tasso, como se demuestra por las menciones del soneto 24 de Garcilaso dirigido a María de Cardona,  coloca la escena de su De Poeta (1559) en el año anterior a la plaga que arrasando Italia larga y desastrosamente, invadió Nápoles: fue entonces cuando varios jóvenes siguieron a Scorziato a Mergellina, nos cuenta. La primavera estaba en su apogeo. Todo en la tierra, el mar y el cielo sonreía. Actius Syncerus había llegado ahí hacía unos días.[1] Mucho más adelante, en el último libro, se recordará de nuevo el comienzo de estas tertulias, cuando Minturno se dispone a transcribir lo que supuestamente se discutió en la que fue una de las sesiones postreras (la tercera de la ficción recreada); en el lapso de dos años desde entonces (es decir, hasta finales de 1528), la muerte se llevó a la mayoría de estos hombres merecedores de la inmortalidad: de todos ellos solo uno sobrevive (algo que se nos había anunciado en el comienzo de la obra): Vopisco.  Summontius murió de hidropesía a los seis meses desde el día en que estas cuestiones se discutieron. Cuando la plaga invadió Nápoles, Gravina siguió a Francesco di Capua, IV conde de Palena,[2] en busca de un clima saludable, en las montañas de Campania, pero la agradable región no fue beneficiosa para su salud: Minturno recuerda con dolor que Gravina ya había alcanzado la setentena, momento  en que la vida puede extenderse unos años más. Cuando la guerra ya había casi terminado y se levantó el asedio, murió Carbo; poco después (en 1530) murió Syncerus. Gauricus, a pesar de haber sufrido la prisión de los franceses, fue exiliado, y alejado del hogar, murió de tristeza.

Parece que este último libro está escrito con cierta posterioridad a los demás, por el hiato que aquí introduce el tono nostálgico y la imprecación a los males de Italia;  como el propio autor confiesa, esta última fase de la escritura, la más extensa, le costó más que las precedentes, por los dolorosos recuerdos que irremediablemente le traía consigo. No sería extraño que hubiera tardado más en escribir este útimo libro, puesto que, como nos ha confesado al comienzo del De Poeta, le llevó nueve o diez años culminarlo. La alusión a la muerte de Sannazaro como algo ya sucedido en el pasado situaría este último libro en cualquier momento entre este hecho luctuoso, que tuvo lugar en 1530, y 1535, fecha de la muerte del Virrey Ettore Pignatelli. ¿Hacia 1534, cuando según nuestros cálculos al menos dos de los tres poetas-soldado pudieron visitar a Minturno de regreso de la expedición al Peloponeso? Probablemente un poco antes. En 1533 (Venecia), Giovanni Andrea Gesualdo publica una Esposizione de Petrarca, en cuyo preámbulo, dirigido a Maria Cardona, confiesa los vínculos de sangre que le unen a Minturno, y lamenta que su obra titulada Accademia, que versa sobre los afectos que mueve y todos los ornamentos que usa Petrarca, donde “di tutti queste cose appieno ragiona, non è nelle vostre mani anchora veduta”, algo que espera ansiosamente, por lo que que continúa: “E perche, spero, ne verra tosto, a lei referendomene lieuemente le tocco”, en un intento de que ella, tan adorada de Minturno, pudiera interceder por él. El libro, que la crítica considera perdido, es a todas luces el que se tituló De poeta cuando muchos años después salió a la luz. Un texto que Minturno guardaba por entonces celosamente escondido (como confesaba en el prólogo a Ruscelli), para no dejarlo leer, a lo que parece, ni a sus más queridos deudos. Por su parte, además, Minturno se muestra al corriente de los avances de Gesualdo desde muy pronto, como se comprueba en su carta ya citada a Giovanni Guidiccioni da Lucca donde aclara que en cuanto llegó a Nápoles, en 1525, se encontró con no pocos estudiosos de la “nuova lingua”  y entonces empezó “a ragionare con loro delle cose del Petrarca: e non so come piacenda quei ragionamenti, che tra gentilissimi spiriti ragunati quasi in accademia se ne faceano”, una quasi accademia dedicada a la poesía en lengua vulgar en la que él impartió sus lecciones sobre Petrarca, que alguien transcribió en gran parte y que sirvieron para que Gesualdo pudiera proveerse de materiales para su exposición sobre el poeta toscano: “fu alcuno di si preste mano che in gran parte gli notò con la penna. Et i medessimi poi mossero il mio Gesualdo di uirtute e d’igegno ornato à fare un’acconcia spositione, e tale: che s’amore non me n’enganna (perche senza dubbio l’amo assai) allegiarà la fatica di molti: che non per le spositioni benche non biasimeuoli de li altri anchora sene sono potuti acquetare.”[3]

Se trata, así de dos academias, una quasi accademia, en tono menor, dedicada a la poesía en vulgar, que se dio de viva voz, y la otra Accademia, viejo título del De poeta acerca de la poesía latina, texto escrito y oculto a las miradas indiscretas.[4] Que esto es así, es decir, que no deben confundirse las dos academias, por un lado el libro (que trata de resuciar por la palabra la tertulia de los sabios que se trataron con Pontano) y por otro la tertulia entre jóvenes amigos (asistentes a Mergellina) a quienes Minturno impartía clase sobre poética toscana, queda corroborado en la intervención de Scortianus hacia el final del Libro V, cuando se le ocurre relacionar lo que está diciendo Carbo sobre la poesía mélica con lo que Minturno acostumbraba a explicarles a ellos sobre los cantica toscanos que se entonan en el presente. Y a continuación sigue una larga disquisición, al hilo del recuerdo de aquellos encuentros, acerca de poesía en vulgar.[5]

Veamos ahora cuándo pudo empezar a redactarse esa vieja Accademia sobre poética latina siguiendo la pista de su autor a través de sus cartas. Desde Nápoles, el 19 de febrero de 1528, Minturno escribió una misiva a Vittoria Colonna en la que le anunciaba el envío de dos epigramas en comentario al suyo dedicado al Marqués del Vasto: desde esa fecha, en que observamos al de Traetto preparando su viaje con esos pertinentes poemas de encomio, pudo desplazarse en cualquier momento a la isla, como demuestra que desde ahí, el 15 de abril escribiera al Conde de Borello, su señor, y también a Scorziato (sin fecha). En aquel lugar privilegiado, adonde habían acudido numerosas nobles napolitanas huyendo de la epidemia, permaneció (a buen seguro en compañía de la condesa de Borello, su señora) hasta otoño del mismo año, en que la peste llegó a la isla y fue desalojada: por eso lo volvemos a encontrar momentáneamente en Nápoles el 28 de octubre de 1528, cuando ya se había producido la desbandada francesa. En esa fecha se dirige por carta a Giovan Giacomo Valenzano para contarle que está a punto de abandonar Italia, para, dirigiéndose a Sicilia, “non vedere sua manifesta roina”: ahora acude al servicio del virrey don Ettore Pignatelli, padre de Camillo Borello, a cuyo servicio había estado hasta entonces como preceptor de sus hijos.[6]

Esta estancia en Ischia hubo de ser definitiva en la decisión de llevar a cabo el De Poeta. En la isla, Minturno se encontró con la compañía de Giovio, que en estas misma fechas recibió el encargo de parte de la marquesa de Pescara, todavía entonces en pleno duelo por la muerte de su esposo, de elaborar su propio Dialogus de uiris et foeminis aetate nostra florentibus.[7] No olvidemos que fue Vittoria Colonna quien puso en circulación el Cortesano, sin el permiso de Castiglione y faltando a su promesa de mantenerlo al resguardo de las miradas de los curiosos. Fue este sumo interés en el tratado del nuncio apostólico por parte de la poetisa, y su indiscreción, el empujón definitivo para que Castiglione se decidiera a enviar desde España la última versión de su tratado a las prensas de Aldo Manuzio. Corría el año 1528. No sería nada de extrañar que Vittoria Colonna hubiera ofrecido en primicia (todavía en 1527, cuando Giovio llegó a Ischia) el ejemplo del tratado de Castiglione para que se inspirara en el suyo.[8] Los dos diálogos tienen en común que se remontan en última instancia al modelo del De Sermone de Pontano, en donde su autor, horrorizado por los males de la guerra que acababan de azotar su patria, propone el modelo de la conversación civilizada como único paliativo posible a la barbarie. La derrota ante los franceses del bienio 1494-95 marcaba la «cesura drammatica nella storia di quella che di lì a poco si configurerà senz’altro come la “ruina d’Italia”.»[9] Ahí está el empujón histórico, con la humillación sufrida a manos de los franceses, que espolea a su autor a proponer, como contrapartida, un diálogo socrático en el que se ofrece la alternativa humanista de la ironía, la relativización contrapuntística, la disimulación, la urbanitas, incluso lo festivo y cómico, que comprende lo faceto. La guerra de la que se aleja el De sermone se convierte así en acicate para la aparición del género de los manuales de buenas maneras que tienen un primer exponente en el Cortesano de Castiglione. También Giovio se propone analizar los males de Italia que acaban de azotar Roma con el devastador Saco: la agudeza del autor ha consistido en poner las quejas acerca de todos esos horrores en boca de uno sus máximos responsables: el capitán general del ejército imperial, Alfonso d’Avalos, sobrino de la marchesana, y oriundo de la isla, adonde acude para encontrar el solaz apropiado para dedicarse a las Musas, o para cuestiones menos poéticas, como recuperarse de sus ataques de gota. El asunto candente es ahora el asalto de las tropas imperiales a la Ciudad Santa, de los que d’Avalos se excusa con argumentos muy semejantes a los esgrimidos por Alfonso de Valdés. Lo que nos interesa aquí es que, de la misma manera que en el de De Sermone, la escritura del diálogo de Giovio es la respuesta pacífica, inteligente e incluso irónica a las terribles decepciones de la historia, con la salvaje crueldad de la guerra, que ha practicado un socavón, en aquellos momentos juzgado irreparable, sobre los dorados sueños del humanismo. Hay aquí la conciencia de una fractura en la historia de Italia con mayúsculas, y el diálogo de la isla se erige, a la vez física y metafóricamente, en baluarte de los viejos sueños rotos. Como resultado de este contacto isquitiano, también en el diálogo de Minturno hay una larga y dolorosa imprecación a los males de Italia en el último libro. No se trata del tópico del debate entre las armas y las letras: las heridas causadas por la guerra están en estos diálogos todavía abiertas. Son recientes.[10] La filología, la poesía docta, el don de la palabra, son los valores en trance de perderse que se esgrimen en ellos como únicas armas válidas. El largo lamento de Minturno por la ruina de Italia y la desaparición de una generación de brillantísimos humanistas, juzgada del todo insustituible, por tanto, no puede de ninguna manera ubicarse pasada la mitad del siglo XVI. También en el poema Italia (Poemata, 1564, 21v-27r.), hay una imprecación a los sufrimientos de Italia, que compuso mientras duraba el asedio, desde Ischia, y que no se publicó hasta  casi cuarenta años más tarde.[11]

El diálogo surge, al igual que en sus modelos, como bálsamo para aplacar el dolor, antes de la consagración de un nuevo invasor, el español. Ni Giovio ni Minturno tuvieron prisa en publicar sus tratados. El cambio de aires que introdujo Pedro de Toledo a partir de 1532 a ello debió inclinarles; la necesidad, también, de readaptarse a los nuevos tiempos, la inconveniencia de las quejas hacia unos invasores mientras albergaban la esperanza no solo de navegar sino también de medrar con otros. Minturno se decide por fin a publicar el De Poeta cuando el emperador ya ha muerto; cuando él, a su vez, un humilde filólogo originario de Traetto, tras numerosas cartas comendaticias y no menos abundantes poemas panegíricos, es nombrado obispo de Ugento. Su consolidación social lo espolea a dar a conocer su veleidades poéticas. Y es que no hay que olvidar que sus obras en general, no solo el De poeta, se publican con gran posterioridad a la fecha de su composición.[12] Pensemos en los poemas heroicos que escribe en encomio del emperador, con motivo de su coronación (1530) o su victoria en Tunez (1535): ninguno se publica antes de 1564.

¿Cuál puede ser entonces el timing de las últimas fases de composición del De poeta? Recapitulemos: en su estancia en Ischia, durante la primavera y verano de 1528, Minturno entra en contacto con Giovio, y como él, asustado por el giro funesto de los acontecimienos, se decide a resucitar por escrito un mundo que acaba de desaparecer para siempre; también alentado por Vittoria Colonna, decide disponer en el formato de diálogo socrático sus apuntes sobre poética latina de los que los humanistas muertos eran viva representación, notas que había ido tomando desde sus comienzos en Nápoles, en 1525,[13] a propósito de sus lecturas de obras clásicas, Horacio, Virgilio, fundamentalmente, y de otras obras teóricas como el Actius de Pontano o la retórica de Cicerón. Esta labor le acompañará durante vatrios años, también cuando se instala en Sicilia, poco después de la estancia en Ischia. Para reconstruir el contenido de unas charlas a las que no había podido asistir por razones sociales, recurre a jóvenes amigos suyos, con quienes ha compartido en Nápoles una tertulia sobre poética contemporánea. Se conservan cartas desde Ischia a Scortiati[14] y a Andrea Cossa,[15] a quienes expresa su añoranza; con el segundo llega a cartearse en griego. Ya instalado en Sicilia sigue en contacto con Giovio, a quien le agradece que le haya mencionado en su diálogo, lo que ha permitido a la crítica dar fecha a su primera redacción (1529).[16] En 1533 se intensifica la correspondencia con Scortiati, a quien ofrece una solución eficaz para escribirse más a menudo, que consiste en llevar las cartas a la casa del Virrey en Nápoles, desde donde el tránsito del correo a Sicilia es rápido. Es probablemente en este  último año, si no antes, cuando termina el De poeta, pues es entonces cuando Gesualdo habla de este como de una obra conclusa, que lamentablemente no le han permitido leer.

Parece altamente probable que Garcilaso y Minturno pudieran departir acerca de preceptiva, y no sería nada extraño que Minturno hubiera confiado a un poeta de su misma generación y de la magnitud del toledano un texto manuscrito como su Accademia, escrito para ayudar a otros jóvenes con inclinación a las Musas como él mismo. Era evidente que Garcilaso no era alguien con predisposición a arrebatárselo y hacerlo circular sin su permiso. Son muy frecuentes los testimonios de la época que señalan la admiración, el respeto intelectual y la simpatía que nuestro poeta despertaba con quienes departía en Italia. Solo falta dedicar ahora más atención a los rastros de la teoría literaria minturniana en su obra[17]“.

 

[1] «Itaque anno antequam pestilentia illa funesta et exitiosa, quae diu per omnem Italiam summa cum pernicie debaccata est, Neapolim inuasisset, cum iam uer plenum esset, et iam omnia terra, marique ac caelo arriderent, omniaque ad uoluptatem inuitarent, euenisse, ut illum secuti petierint Mergillinam», De Poeta, cit., pp. 6-7. Era opinione consolidata, continua a raccontare Minturno, che Sannazaro occupasse il luogo più alto tra i poeti della sua età. Summonte e lui erano intimi amici. La loro amicizia, iniziata nella frequentazione dell’accademia pontaniana, era fiorita nella condivisione degli impegni quotidiani e degli studi comuni. Ogni giorno si rafforzava di più, e così rimase per sempre solida. Anche Girolamo Carbone e Pietro Gravina si erano recati a Mergellina e, insieme a loro, Pomponio Gaurico, che all’epoca istruiva il giovane principe di Salerno, e Lucio Vopisco. Mergellina si trova vicina a Napoli (racconta ancora Minturno), ai piedi di Posillipo, dove il mare lava un promontorio non lontano dalla spiaggia e dalla strada che porta a Pozzuoli. Qui il Sannazaro aveva costruito una bella villa per sé ed un santuario per Maria, madre di Dio. Non appena tutti sedettero nel sottoportico da cui si vede con incredibile godimento dell’anima tutto il golfo in lungo e in largo, si scambiarono gli abituali saluti. Scese il silenzio. Allora Summonte parlò, dando così inizio alla sessione (cfr. De Poeta, cit., pp. 6-7).

[2] Grauina autem, cum pestilens annus Neapolim inuasisset, ut aeris quareret salibritatem, Palenium Regulum secutus, (Giovan Francesco Di Capua, IV conte di Palena, cfr. http://www.treccani.it/enciclopedia/pietro-gravina_(Dizionario-Biografico) nel «settembre 1526 la peste dilagava in tutta Napoli: il G. si lasciò convincere dal conte di Palena a trasferirsi nella sua tenuta di Muronia, l’attuale Castel Morrone, in provincia di Caserta»],  qui, qua erat in homines eruditos liberalitate, domi eum fouebat, ad saltus Campanus diuertit, in quibus Palenius amoena quaedam oppida tenebat. (p. 434)

[3] Messina a 10 de mayo de 1529, Lettere, Libro secondo, f. 16v.

[4] Probablemente la lectura del prólogo de Gesualdo levantó la liebre, y por eso Scipione d’Arezzo le pide en septiembre de 1533 que le haga llegar un diálogo que escribió «nella Villa Carafiana» (es decir; pertenciente a un exponente de la noble familia Carafa), a lo que él le da largas, con excusas, para finalmente, en otra carta posterior, negarse: «Io mi studierò di sodisfare al uostro disio in uno di questi duo modi. S’io trouarò tra quei pochi fasci delle scritture mie, che meco di casa in Napoli, e quindi in Sicilia portai, il uecchio e primo essempio, del quale gran parte mi rimembra che voi mi trascriveste, il ui manderò come egli si trouerà. Se quello rimase tra libri, ch’io lasciai in Gaeta (perche niuno ne portai se non alquanti Greci e Latini di picciolo uolume) darò opera che ui si trascriua. Il che sara malagevolissimo. Concio sia cosa che qui habbiamo troppo inopia di scrittori», Messina, 29 de septiembre de 1533. Al año siguiente, vuelve a contestar lo siguiente: «De non potere sodisfare al uostro disio ch’io di qui il Carafiano [De aquí se podría deducir que el primer título fuese il Carafiano, habiéndose ambientado en una villa de los Carafa] ui mandi, duolmi piu forte assai, che uoi per auentura non credete. Percio che il primo essempio rimase in Gaeta con gli altri libbri; e qui à farlo trascruere, scrittori mi mancano. Se mai haurò l’animo piu tranquillo, ui farò degli altri componimenti non pocha parte. State sano. Di Messina a xii d’aprile 1534», Lettere, Libro quarto, ff. 67v-68r. Quizá entonces un primer esbozo de la Accademia, después De Poeta, se escribió sin salir del entorno de Minturno, en la Gaeta, en su primera juventud, y al amparo de la familia Carafa. Después, con la visita a Ischia, es posible que se decidiera su reescritura en el cuadro napolitano.

[5] «Hoc loco Scortianus, cum finem dicendi Carbo facturus esse uideretur, attendenti mihi, et cogitatione complectenti, illum intuens inquit, quae de melica scribendi ratione disserebas, in mentem id uenit, quod de canticis, quibus haec etas utitur, Hetruscis dicere solet Minturnus noster, ut pote qui multa eiusmodi conscripsit, nullum propemodum apud ueteres lyricos genus extitisse, quod in suauissimis Petrarchae cantibus deprehendi non possit.», De Poeta, p. 399. Origen a buen seguro de la obra que desarrollaría más tarde acerca de poética toscana: L’Arte poetica, Venetia, Per Gio. Andrea Valuassori, 1564, facsímil en Wilhem Fink Verlag, München, 1971.

[6] Lettere, Libro primo, ff. 10v.-11r.

[7] «Cohortante Victoria dialogum conscripsi de viris et foeminis aetate nostra florentibus», P. GIOVIO, Dialogo sugli uomini e le donne illustri del nostro tempo, ed. y trad. de Franco Minonzio, vol. I, Torino, Nino Aragno Editore, 2011,  pp. 8-9.

[8] Toscano apuntaba recientemente que el diálogo de Giovio fue la respuesta vitalista napolitana al tratado de Castiglione, ambientado en la corte melancólica de Urbino; véase, T.R. TOSCANO,  Tra corti e campi di battaglia. Alfonso d’Avalos, Luigi Tansillo e l’affinità elettive tra petrarchisti napoletani e spagnoli, «e-Spania» XIII (2012), p. 10.

[9] A. MANTOVANI, Introduzione, De sermone, Roma, Carocci Editore,  2002, p. 8.

[10]  Otro texto de la misma tradición del planto por los males de Italia como es De litteratorum infelicitate, de Piero Valeriano, se escribió a propósito del Saco de Roma, en fechas también muy cercanas a los sucesos, hacia 1529. Véase Julia Craig Gaisser, Piero Valeriano on the Ill Fortune of Learned Man. A Renaissance Humanist and his world, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1999.

[11] Antonii Sebastiani Minturni Poemata, ad Illustriss. Principem M. Antonium Columnam, Venetiis, Apud Io. Andream Valuassorem, 1564: el poema Italia (ff. 21v-27r), dedicado a Ettore Pignatelli, reza así: «Hinc iacet Insubrum columen, mea magna potestas / tot bellis, tot victa malis: tacet inclyta Roma, / Roma caput summum: capitis collapsa ruina / membra labant reliqua. Una mihi iam sola relicta / pars erat illustris Campaniae gloria terrae / Parthenope. Illa vides, quanta obsidione prematur: / quam foeda interius turbentur moenia clade» (f. 25v).Vid. Dialogo sugli uomini, vol. II, p. 573.

[12] Téngase en cuenta, además, que la obra de Minturno se publica en fechas tardías, en coincidencia con su medro social, en 1558, con el nombramiento de obispo de Ugento y después de Crotona. Ello supone, no solo para el De poeta, sino para buena parte de sus obras poéticas, el paso a la imprenta con enorme posterioridad a su escritura. Su primera publicación es de los Carmina en 1548, y poemas dedicados a Carlos V, en fechas tan emblemáticas como su coronación y que arrancan desde tan lejos como 1530, solo se imprimen en sus Poemata ad Gosalvum Pyretium, en 1564 (sin mencionar sus Rime e Prose, 1559, su Amore innamorato, 1559, l’Arte poetica toscana, 1564, sus Poemata ad Antonium Columnam, 1564, los ya mencionados Poemata ad Consalvum Pyretium, 1564, sus Poemata tridentina, 1564; sus Epigrammata et elegiae, 1564).

[13] O quizá antes, siendo más joven todavía, en la villa Carafa de la Gaeta, muy cerca de Minturno (véase supra, nota 22).

[14] Escribe desde Ischia a Scortiati, echando de menos a los amigos napolitanos, sin fecha. Con ocasión de la muerte de Conte di Borello, que era su refugio, y lo ha perdido, desde Messina. El conde muere poco después del asedio de Lautrec, antes que su padre Ettore, a consecuencia de las heridas de una batalla en la Puglia, en Bari, 1529; el heredero pasó a ser el nieto del virrey Ettore.

[15] «Da poi che lungi da la patria e da li amici mi ritruouo in Ischia piu tosto chiusa prigione afflitti, che piaceuole ricetto, non hebbi mai hora tranquilla, ne diletteuole, ne speraua poterne hauere alcuna, se le gratiosissime lettere uostre non m’hauessero il graue esilio mitigato, e fatto sperare di douere spesse uolte per loro qualche dolce conforto sentire.», Lettere, Libro primo, f. 7r. Que Cossa era íntimo amigo de Minturno lo testimonia el prefacio de Federico Pizzimenti a sus Lettere, donde se explica que durante la sedición de 1547, fue saqueada la «copiosissima et ornatissima libraria del Minturno», que Andrea Cossa custodiaba y transportó al monasterio de S. Maria La Nova (véase, Lettere, p. 1a-1b).

[16] Lettere, Libro primo, f. 15.

[17] Véase Eugenia Fosalba, “Ecos de la preceptiva minturniana en las églogas de Garcilaso de la Vega”, Bulletin Hispanique, 119, 2, 2017, pp. 555-571.

 

Extrato de la publicación de Eugenia Fosalba, aquí traducida al castellano, “Tracce di una precoce composizione (ca. 1525-1533) del De Poeta di Minturno. A proposito della sua possibile influenza su Garcilaso de la Vega”, Critica Letteraria, 173 (2016), pp. 627-650.

Bibliografía Secundaria