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d'Ávalos, Alfonso

Biografía

Una de las causas por las que apenas se ha escrito sobre la relación entre Alfonso d’Avalos y Garcilaso, se debe, además de a la evidente falta de documentación, al desconocimiento que hasta ahora se ha tenido ―y que, en buena parte, todavía se sigue teniendo― de la faceta literaria del marqués, del mecenazgo y su afición a la poesía.[1] Es una verdad que con el paso del tiempo se olvidan las circunstancias históricas que rodearon la composición de un poema y «que la canonización de una obra de arte suele elevarla a las esferas de la pura estética», lo que termina por oscurecer su significado.[2] Por este motivo, porque nos quedamos siempre con la poesía y no las circunstancias de su creación, cabe hacer extensible, hasta cierto punto, tal desconocimiento al conjunto de relaciones cortesanas que configuraron el sistema de cortes de la Nápoles virreinal, tanto dentro como fuera del reino, y vincular esta realidad a la escasa presencia que en ocasiones ha tenido en el estudio de la poesía de Garcilaso, teniendo en cuenta a su vez que es precisamente por estas relaciones, en virtud de las cuales se explican aquellas otras de naturaleza literaria, que se las dota de un sentido histórico y se les concede también un valor testimonial. Y es que, aunque cercano a los ambientes humanísticos de la Academia pontaniana, Garcilaso fue ante todo y sobre todo un poeta áulico; y por ello es en el espacio y universo ideológico de la corte donde se conectan el autor y su público, en el enrevesado cuadro de los cenáculos y academias napolitanas, donde ―creo― deben ubicarse e interpretarse la mayor parte de sus composiciones, incluidos sus temas y tipologías.

En el caso de Alfonso d’Ávalos, para ir entrando en materia, en su doble condición de poeta-militar y también mecenas de artistas y escritores, desde finales de 1520 y durante prácticamente toda la década de 1530, hasta su partida a Milán, desempeñó un rol fundamental dentro de este sistema. Se trata de uno de los máximos representantes de aquel humanismo de corte que caracterizó el petrarquismo napolitano durante la primera mitad del siglo XVI; una figura clave del terreno político y militar tanto por formar parte de una de las más nobles y principales familias del reino, de origen ítalo-español ―y de las más leales a la Corona―, lo que le valió el puesto de parlamentario y de Gran Camerlingo de la ciudad, uno de los Sette Uffizi, cuanto por el destacado papel que él y su primo el marqués de Pescara, ambos altos cargos del ejército de Carlos V, ejercieron en defensa de los intereses del Emperador durante las guerras italianas. Resulta inseparable, por lo tanto, tal relevancia política y militar, creciente con el paso de los años en forma de gracias y privilegios reales, de aquella otra ejercida en el plano cultural en lo que tradicionalmente ha venido a llamarse el cenáculo de Ischia.[3]

Por lo general, se asocia la existencia en Ischia de lo que en realidad fue una corte poética, similar a aquella de Urbino ―según aparece descrita, a imitación de Il Cortegiano, en el Dialogus de viris et foeminis aetate nostra florentibus, de Giovio―[4] a las distintas estancias en la isla de la marquesa de Pescara Vittoria Colonna;[5] y si bien es cierto que la marquesa tuvo una posición de honor, debido al mecenazgo y a su condición aristocrática, así como a su incipiente fama de célebre poetisa ―sobre todo a partir de 1530, cuando se hace frecuente la correspondencia con Bembo―,[6] no lo es menos que los principales dinamizadores de la corte poética fueron miembros de la propia casa d’Ávalos, a los que Vittoria Colonna estaba unida con lazos políticos y familiares a raíz de su matrimonio con el marqués de Pescara: en primer lugar, la tía Costanza, duquesa de Francavilla, y en un segundo momento, cuando hereda el gobierno de Ischia, Alfonso d’Ávalos, marqués del Vasto.

La labor ejercida, desde Ischia, «nella promozione e diffusione della cultura umanistico-rinascimentale nel Regno di Napoli»[7] formaba parte de la política familiar heredada por Costanza del padre Iñigo de Ávalos, también patrocinador de las artes y las letras, extendiéndose a las afueras del reino a través de una compleja trama matrimonial tejida políticamente a la sombra de los intereses de la antigua dinastía de Aragón, a cuyo servicio se encontraba la familia desde que echara raíces en tiempos de Alfonso el Magnánimo, dando lugar a la rama napolitana, hasta que, en 1501, Federico, el último rey de Nápoles, abandonara el reino y entregara en compensación por los servicios prestados al segundo Iñigo, marqués del Vasto, el gobierno de Ischia.[8] Tras la muerte del hermano, en 1503 le sucede Costanza que, como se ha señalado, continua con la política familiar del mecenazgo que luego habrían desempeñado también los sobrinos Francesco Ferrante y a la muerte de este, hasta su partida a Milán, Alfonso d’Avalos. Se trata de un periodo de tiempo marcado por dos hitos que, en cierto modo, contribuyeron a definir el petrarquismo meridional.[9] Por un lado, la caída de la casa de Aragón y la entrada al reino de la monarquía de España ―lo que, en el plano político, significó hacer de Nápoles una trinchera para la defensa de los intereses italianos de los españoles―; y, por el otro, su consolidación como baluarte imperial con la llegada en 1532 del virrey Pedro de Toledo así como las reformas urbanas y administrativas que siguieron a su mandato. La caída de la casa de Aragón supuso una quiebra del sistema político y social que está en la base del nuevo sistema de cortes de la Nápoles del virreinato, donde la literatura vulgar, como forma de fruición socializada, abandona el espacio de la corte real y pasa a desarrollarse en el de las grandes cortes feudales de las principales familias napolitanas y españolas que engrosaron su patrimonio al servicio de los reyes aragoneses, como es el caso, por ejemplo, de los d’Avalos. Es en este sentido que la familia contribuyó al desarrollo de la literatura vulgar en Nápoles en las primeras décadas del Cinquecento, asegurando su supervivencia en un contexto de fuerte crisis social y política.[10]

El clima bélico de constante hostilidad, unido al ya citado mecenazgo de la familia d’Avalos, explicaba también que los desplazamientos a la isla fueran continuos, que por sus condiciones geológicas constituía una suerte de refugio natural. Como lo fue durante el reinado del último rey Federico, antes de su exilio a Francia, acompañado por uno de sus más leales, Sannazaro, o también en 1528, cuando las tropas francesas, encabezadas por el mariscal Lautrec, intentaron invadir, una vez más, el Reino de Nápoles. La sociedad de élite que frecuentaba la isla y que está en la base de la corte poética sirvió para configurar un modelo de petrarquismo donde el gusto por lo clásico, inspirado en los poetas locales por Sannazaro y el Cariteo, miembros de la Academia pontaniana y máximos referentes del petrarquismo napolitano, se unía naturalmente a las costumbres cortesanas heredadas del antiguo reino así como a las introducidas tras su ingreso en la monarquía de España. Todo ello produjo que la literatura vulgar continuara siendo, hasta cierto punto, un método de “propaganda” (si se me permite la moderna expresión), o bien directamente una forma de canalización de los distintos intereses faccionales entre los que se hallaban, por supuesto, los intereses de la aristocracia y en particular de los correspondientes a las grandes familias.

La preeminencia que tuvo la familia d’Ávalos en los dos sentidos, en el político y en el cultural, dentro del contexto napolitano y del cenáculo de Ischia se explica también en el plano simbólico por el conjunto de obras protagonizadas o consagradas durante el periodo a algunos de sus miembros; como varias de las piscatorias compuestas por Sannazaro, en las que se celebra y aparece caracterizada la duquesa de Francavilla; la Gelosia del sole de Girolamo Britonio, dedicada a la marquesa de Pescara, o los poemas dirigidos a Alfonso d’Avalos, de los cuales se hablará largo y tendido en otro lugar.[11] Todos ellos contribuyeron en cierto modo a glorificar a la familia en un proceso de mitificación en el que intervinieron también los propios interesados, como sucede en el caso de Vittoria Colonna. Fue la marquesa de Pescara, con su poesía, y a través del contacto con otros escritores, como Bembo y Giovio, la que contribuyó a difundir una imagen épica y absolutamente sublimada de la memoria de su difunto marido. Parte de ese retrato lo asumiría después Alfonso d’Avalos, a quien Vittoria Colonna presenta como el más digno sucesor de la grandeza y de las virtudes del marqués de Pescara, atribuyéndole en su retrato algunos elementos que, en mi opinión, habrían de influir también en las composiciones dedicadas al marqués por los poetas de su mismo círculo.

Pero si en el caso del marqués de Pescara tales elementos son el testimonio de la gloria alcanzada en el cielo, así como recuerdos de una vida consagrada al ejercicio de la milicia, en el retrato poético de Alfonso d’Ávalos lo sitúan en la misma senda y reflejan vivamente sus virtudes y el incremento de su reputación como militar y literato. Algunos de estos elementos ―creo― pueden rastrearse en el soneto que supuestamente le dirige Garcilaso.[12] Además, la mayor parte de los representantes del petrarquismo napolitano, amigos de Garcilaso, justamente porque se hallaban relacionados con el cenáculo de Ischia formaban parte también del círculo de amistades del marqués. Es lo que ocurre, por ejemplo, con Berardino Rota y Bernardo Tasso, quienes muy probablemente se encontraron en la isla en el verano de 1533, este último al servicio de Alfonso d’Avalos;[13] y lo que sucede también fuera del reino con Ariosto, a quien acogió el marqués en el castillo de los señores de Correggio asignándole una pensión anual de cien ducados de oro en octubre de 1531.[14] Por todo ello, ahondar en las relaciones del marqués y Garcilaso ―o en general entre Garcilaso y el cenáculo de Ischia― servirá para conocer más de cerca cómo fue su relación con el petrarquismo napolitano y para poder enmarcar históricamente, según el contexto ideológico de los cenáculos y de las academias, las influencias poéticas concretas derivadas de esa relación.

 

[1] Entre los pocos estudios que abordan el mecenazgo, cabe distinguir los que abarcan el periodo napolitano del autor, anterior a 1538, entre Nápoles e Ischia, de su otra etapa en el gobierno milanés. De los primeros, se destacan las contribuciones de Tobia R. Toscano, que ha estudiado la relación con Vittoria Colonna en el ámbito reducido del cenáculo de Ischia (cf. «Due “allievi” di Vittoria Colonna: Luigi Tansillo e Alfonso d’Avalos», Critica letteraria, 16, 1988, pp. 739-73), así como la red clientelar establecida por el marqués, tanto dentro como fuera del reino, con otros humanistas y escritores que se hallaron bajo su protección: cf. «Due allievi di Vittoria Colonna: Luigi Tansillo e Alfonso d’Avalos», Critica letteraria, 16, 1988, pp. 739-773; el estudio introductorio de la edición, basada en el manuscrito napolitano, de las rimas de Vittoria Colonna (los Sonetti in morte de Francesco Ferrante, Milano, Mondadori, 1998); «Tra Ludovico Ariosto e Alfonso d’Avalos: sull’atribuzione del cap. XXVII, “Arsi nel mio bel foco un tiempo quieto”», en L’Enigma di Galeazzo di Tarsia: Altri studi sulla letteratura a Napoli nel Cinquecento, Napoli, Loffredo, 2004, pp. 67-78)» y más recientemente los estudios de Gáldrick de la Torrre Ávalos, «”…al servitio de la felice memoria del Marchese del Vasto”. Notas sobre la presencia de Bernardo Tasso en la corte poética de Ischia», Studia aurea, 10, 2016, pp. 363-392; y «El grupo poético de Ischia y la adaptación al vulgar de la égloga piscatoria», en Eugenia Fosalba y Gáldrick de la Torre (eds.), La Égloga renacentista en el Reino de Nápoles, Bulletin Hispanique, t. 119, nº 2, diciembre de 2017, pp. 537-554. Con respecto al periodo milanés, cf. los trabajos de Gabriele Morelli: «Esperienze letterarie di Alfonso D’Avalos, gobernatore di Milano», en Giovanni Caravaggi (ed.), «Cancioneros» spagnoli a Milano, Firenze, Nuova Italia, 1989, pp. 233-259; «Galantería y moda en Alfonso d’Avalos, literato y gobernador de Milán», Edad de Oro, vol. 9, 1990, pp. 195-202; «Petrarchismo alla corte milanese di Alfonso d’Avalos», en Salomé Vueltas García (ed.), Relazioni letterarie tra Italia e Penisola iberica nell’epoca rinascimentale e barocca. Atti del primo Colloquio Internazionale (Pisa 4-5 ottobre 2002), Firenze, Olschki Editore, 2004, pp. 161-170). Por último, para la poesía, cf. Toscano, «Tra Ludovico Ariosto e Alfonso d’Avalos», op.cit.; «Tra corti e campi di battaglia: Alfonso d’Avalos, Luigi Tansillo e le affinittà elettive tra petrarchisti napoletani e spagnoli», e. Spania: Revue interdisciplinaire d’études hispaniques médievales et modernes, 3, 2012 [en red]: <http://journals.openedition.org/e-spania/21383>, ademas del ya citado estudio de Morelli «Esperienze letterarie di Alfonso d’Avalos».

[2] Roland Béhar, «Galatea, o la idea de la belleza garcilasiana», en La Égloga renacentista en el Reino de Nápoles, op.cit., p. 618; y concluye: «Este es el caso de la poesía de Garcilaso de la Vega, considerada desde el siglo de su creación como un parangón de perfección estética, a costa de un olvido de sus evidentes implicaciones cortesanas y políticas». Para un enfoque necesariamente histórico de la poesía de Garcilaso durante el periodo napolitano, atendiendo a las implicaciones cortesanas y políticas, se remite también a las demás publicaciones del volumen.

[3] Desde que Suzanne Thérault acuñó así el fenómeno histórico y literario (cf. Un cénacle humaniste de la Renaissance autour de Vittoria Colonna, châtelain d’Ischia, Firenze, Edizioni Sansoni Antiquariato, 1968), han sido varios los estudiosos que se han interesado por la materia. Se remite, además de a los estudios citados en la nota 1 de Tobia R. Toscano y Gáldrick de la Torre Ávalos, a los trabajos de Concetta Ranieri sobre el Carteggio de Vittoria Colonna y las obras gestadas en torno a su círculo: «Lettere inedite di Vittoria Colonna», Giornale italiano di filologia, Cadmo Editore, XXXI, 1, 15 de mayo de 1979, pp. 138-149; «Ancora sul carteggio tra Pietro Bembo e Vittoria Colonna», Giornale italiano di filologia, 14, 1983, pp. 133-151; «Vittoria Colonna: dediche, libri e manoscritti», Critica letteraria, XIII, 47, 1985, pp. 97-112, y en especial al más reciente «Vittoria Colonna e il cenacolo ischitano», en M. Santoro (ed.), La donna nel Rinascimento meridionale. Atti del convegno internazionale, Roma, 11-13 novembre 2009, Pisa-Roma, Fabrizio Serra, 2010, pp. 49-62; entre otros. También se incluye en el listado bibliográfico, sobre el periodo de finales de 1510 y principios de la siguiente década, el trabajo de Mauro Marrocco, «Ischia e il suo cenacolo di primo Cinquecento: un rinnovato Parnaso per le muse meridionali», en B. Alfonzetti, G. Baldassarri y F. Tomasi (eds.), I cantieri dell’italianistica. Ricerca, didattica e organizzazione agli inizi del xxi secolo. Atti del XVII congreso dell’ ADI —Associazione degli Italianisti (Roma Sapienza, 18-21 settembre 2013), Roma, Adi editore, 2014, pp. 1-7, así como el estudio que antecede a su reciente edición, disponible en red, de la obra de Girolamo Britonio La Gelosia del Sole (1519), Roma, Sapienza Università Editrice, col. Studi e Ricerche 44, 2016. Para una mirada divulgativa del fenómeno, cf. Raffaele Castagna, Un cenacolo letterario del Rinascimento sul Castello d’Ischia, Ischia, Imagaenaria, 2007; así como Il castello d’Ischia, «corte reale» e «corte letteraria» del Rinascimento, Tricase, Youcanprint, 2014.

[4] Sobre este aspecto, cf. las recientes ediciones de Franco Minonzio, Dialogo sugli uomini e le donne illustri del nostro tempo, 2 vols., Torino, Aragno, 2011, y Kenneth Gouwens, Cambridge, The I Tatti Renaissance Library 56, 2013, así como sendos estudios introductorios. Llama la atención también sobre el parecido de ambas obras, recurriendo al modelo común en el De sermone de Pontano, Eugenia Fosalba en su estudio «Tracce di una precoce composizione (ca. 1525-1533) del De Poeta di Minturno. A proposito della sua possibile influenza su Garcilaso de la Vega», Critica letteraria, 173, 28 de diciembre de 2016, p. 647 y ss.

[5] En lo que respecta a la cronología de Vittoria Colonna en Ischia, indispensable el también reciente estudio de Veronica Copello, «”La signora marchesa a casa”: tre aspetti della biografia di Vittoria Colonna con una tavola cronologica», Testo, XXXVIII, 1, 2017, pp. 9-45.

[6] Sobre este aspecto, cf. Carlo Dionisotti, «Appunti sul Bembo e su Vittoria Colonna», en Miscellanea Augusto Campana, vol. 1, Padova, Antenore, 1981, pp. 257-286; Carlo Vecce, «Paolo Giovio e Vittoria Colonna», Periodico della società storica comense, LIV, 1990, pp. 65-93; Concetta Ranieri, «Ancora sul carteggio tra Pietro Bembo e Vittoria Colonna», op. cit., y Tobia R. Toscano, «Due allievi di Luigi Tansillo…», op. cit.

[7] Anderson Magalhães, «”Salda Colonna, alto sostegno e fido”: Bernardo Tasso e il mecenatismo di Vittoria Colonna alla corte d’Ischia», en Carmen Reale (ed.), Donne, terme e bellezza a Ischia nel Rinascimento. Atti del Convegno internazionale di studio, organizzato dall’Istituto Nazionale di Studi sul Rinascimento Meridionale, Napoli, Ischia, 2-6 de mayo de 2017 [en prensa].

[8] Cf. la reseña biográfica de Costanza d’Avalos en el estudio de Elena Papagna, «Tra vita reale e modello teorico: le due Costanze d’Avalos nella Napoli aragonese e spagnola», en Letizia Arcangeli e Susanna Peynorel (eds.), Donne di potere nel Rinascimento, Roma, Viella, 2008, pp. 535-574.

[9] Sobre petrarquismo meridional se remite a los clásicos estudios de Dionisotti («Appunti sulle Rime del Sannazaro», Giornale storico della letteratura italiana, vol. 140, nº 2, 1963, pp. 161-210) y Raimondi («Il petrarchismo nell’Italia meridionale», en Atti del Convegno Internazionale sul tema: “Premarinismo e pregongorismo” (Roma, 10-12 aprile 1971), Roma, Accademia Nazionale dei Lincei, 1973, pp. 95-123), así como al libro de Tobia R. Toscano Letterati corti accademie. La letteratura a Napoli nella prima metà del Cinquecento (Napoli, Loffredo, 2000) y a su reciente revisión del artículo de Dionisotti en «Ancora sulle strutture macrotestuali della princeps delle rime di Sannazaro: note in margine al commento del sonetto 85», en Rosanno Pestarino, Andea Menozzi, Elena Niccolai (eds.), Classicismo e sperimentalismo nella letteratura italiana tra Quattro e Cinquecento. Sei lezioni. Atti cel Convegno. Pavia Collegio Ghislieri, 20-21 novembre 2014, Pavia, Pavia University Press, 2016, pp. 19-51.

[10] Sobre cómo los d’Avalos contribuyeron al desarrollo de la literatura vulgar en Nápoles tras la desaparición de monarquía aragonesa, cf. Tobia R. Toscano, Letterati corti accademie. La letteratura a Napoli nella prima metà del Cinquecento, op. cit., y particularmente el estudio titulado «Due allievi di Vittoria Colonna: Luigi Tansillo e Alfonso d’Avalos».

[11] Cf., de próxima publicación, el estudio de Gáldrick de la Torre Ávalos, «…hizo igual al pensamiento el arte»:

Alfonso d’Ávalos e la sua possibile rappresentazione nel sonetto XXI di Garcilaso».

[12] Ibid.

[13] Cf. Gáldrick de la Torre Ávalos, «”…al servitio de la felice memoria del Marchese del Vasto”. Notas sobre la presencia de Bernardo Tasso en la corte poética de Ischia», op. cit., y el ya citado también estudio «El grupo poético de Ischia y la adaptación al vulgar de la égloga piscatoria».

[14] Cf. Tobia R. Toscano, «Tra Ludovico Ariosto e Alfonso d’Avalos», op. cit.

 

FUENTE: De la Torre Ávalos, Gáldrick, «Garcilaso y Alfonso d’Avalos, marqués del Vasto», en Eugenia Fosalba y Gáldrick de la Torre Ávalos (eds.), Contexto latino y vulgar de Garcilaso en Nápoles: redes de relaciones de humanistas y poetas (manuscritos, cartas, academias), Bern, Peter Lang, 2018, pp. 221-247