“Un centro de reuniones de los humanistas que debatían sobre cuestiones literarias pudo ser las dependencias de Scipione Capece, que a veces se instalaba en el palacio del Nido de su pariente, la Princesa de Salerno, donde se pudo fraguar la edición de una Eneida donatiana dedicada a Garcilaso. Resulta muy destacable el acatamiento de los prestigiosos consejos de Garcilaso en materia literaria a que se alude en la dedicatoria del comento donatiano que nuestro poeta le instaba a editar, tarea que terminó delegando en el joven Giovanni Paolo Flavio.
En los mismos preliminares hay otra dedicatoria más extensa del propio Flavio a Luis de Toledo, hijo del Virrey, que nos descubre quién fue el mecenas de esa edición del Donato que Capece no podía afrontar, además de desvelarnos que la tertulia en los dominios del célebre jurisconsulto napolitano sí existió.
Nada impide creer que también en las dependencias napolitanas de Capece, en los años anteriores a 1535, pudieran darse esas conversaciones entre pontanianos, recordadas por Flavio con afecto y gratitud. En el comienzo de su carta preliminar, cuenta Paulus Flavius a Luis de Toledo, mecenas, así, de la edición donatiana llevada a cabo a instancias de Garcilaso, que siempre tuvo una gran familiaridad con Scipio Capycius, trato asiduo que había cultivado pues acostumbraba a visitar su casa, siempre abierta a los caballeros de valía. Nótese que Flavius menciona a continuación, desde el presente, acerca del ahora y el antes de la fecha de la publicación, que es noviembre de 1535: ahí suelen reunirse los hombres de letras que aman el estudio y el aprendizaje, relata al lector, de manera que pueden conversar en virtud de la escritura y la palabra, con buenos instructores; donde además, se mantiene muy a menudo un debate en torno a Tiberius Claudius Donatus y su muy aguda y personal interpretación de la divina Eneida de Virgilio, comentada por sapientísimos eruditos. E inmediatamente a continuación ofrece Flavius un detalle significativo sobre la efectiva continuidad de la academia en los dominios de Capece —detalle que de hecho ya había mencionado el anfitrión en su breve dedicatoria a Garcilaso— cuando afirma que la memoria de este célebre estudioso sobrevivió intacta en casa de Scipione, habiendo sido extraída de la biblioteca de Pontano. Después, Flavius hace mención al preceptor de Luis de Toledo, Hieronimus Borgius, a quien alaba por su conspicua honestidad, altamente reconocida por la dignidad de su ética, y su sabiduría en ciencia y educación, que han guiado al hijo del Virrey en su apasionada dedicación al estudio. Pèrcopo recordó precisamente que Borgia fue el autor de un Praeludium ad dominos Petrum Toletanum et Garcilassum viros inclitos et doctissimos, sin citar su paradero1.; el texto perdido viene ahora a cerrar el círculo de esta fuerte trabazón de amistades doctas en torno a Garcilaso y la tertulia literaria en el palacio de Capece”
Véase Eugenia Fosalba, «Pulchra Partenope». Hacia la faceta napolitana de la poesía de Garcilaso, Iberoamericana Vervuert, en prensa.
1. Mele lo rebuscó por todas partes sin éxito (1923: 140).